Colegio Bilingüe Mundo de Galileo: los otros campeones del Inter·Knotion 2019

Somos Knotion

  Junio del 2019

Por Eduardo Pérez Arroyo

—¡Les ganamos por goliza!

El partido apenas acaba y así cantan los pequeños del Mundo de Galileo. Sus entrenadores y las mamás, quienes los acompañan desde Chihuahua, celebran. El público, el estadio completo, también celebra. El Galileo hizo tres goles, más que suficientes para consolidar un triunfo espectacular.

Resultado final: Varmond 14 – Galileo 3.

No es un error. El Galileo celebra haber perdido 14 a 3 ante Varmond, una de las derrotas más abultadas en lo que va del torneo. Los pequeños visitantes de Chihuahua, felices, posan para las fotos, abrazan a sus mamás, agradecen las felicitaciones de sus compañeros de Varmond.

¿Por qué el Mundo Galileo celebra haber perdido por 14 a 3?

Para entenderlo hay que retroceder hasta los dos meses anteriores al Inter·Knotion 2019.

Esta es la historia.

* * *

Chihuahua, diciembre de 2018. Por primera vez Mundo de Galileo, un pequeño colegio de cerca de 150 alumnos, tiene su equipo de fútbol. Los entrenadores son Andrés Villegas y los hermanos Javier y Gilberto González. Las categorías están mezcladas porque, por ahora, no hay pequeños suficientes para completarlas todas. Entonces les llega la invitación al Inter·Knotion 2019. La oportunidad de venir a Morelia para afianzar al equipo es perfecta. Los jugadores se entusiasman. Los padres y coaches también.

—Nos inscribimos desde el inicio —cuenta Nadia, una de las mamás que acompañaron a los niños a Morelia. —Nos entusiasmamos y se entusiasmaron los niños.

Pero entre ese entusiasmo la realidad aterriza de golpe. El viaje, la estadía, cuestan un dinero que no se tiene.

—Lo primero que pensamos es que sería imposible asistir a Morelia— dice Nadia—. Ellos aún no sabían nada.

Conversaron con las otras mamás. Poco a poco, entre varias reuniones, empezaron a planear soluciones. Así inició una intensa campaña de recolección de fondos. Algunas preparaban pasteles, otras los vendían. Los niños eran los más entusiasmados. Para ellos, un viaje así era como un sueño.

—Empezamos a organizar rifas, vender botanas. Durante dos meses los niños nos ayudaban vendiendo cacahuates.

El sueño comenzó a tomar forma. Peso a peso lograron reunir lo necesario, hasta que por fin tuvieron lo suficiente para el primer paso: encargar los uniformes. Pero el día que por fin los recibieron hubo una nueva decepción: la parte inferior de la vestimenta, que un proveedor de otra ciudad les había comprometido, les quedaba inmensamente grande. No había tiempo para enviarlos de vuelta.

—Pero no podíamos dejar fuera a los niños —dice Nadia, que se emociona al recordar la historia.

Sucedió que el entrenador Andrés Villegas antes fue misionero. Sucedió que muchas veces debió hacer lo que generalmente hacen los misioneros, es decir, resolver esas y otras contingencias. Él mismo, sin decirle a nadie, consiguió una máquina de coser. Con sus propias manos ajustó los uniformes. Nadia se emociona cuando recuerda el desenlace.

—Voy a llorar de nuevo —dice Nadia.

Se vinieron en autobús desde Chihuahua. La comitiva recorrió los casi 1400 kilómetros en 22 horas. Fue, dice, para abaratar costos. En el camino casi se les ponchan dos llantas. Estaban en tan mal estado que apenas unas horas después de salir deambularon por algunas ciudades de Chihuahua en busca de una.

El resto de la historia tiene un final feliz. El Mundo de Galileo fue confirmado oficialmente como parte del Inter·Knotion 2019, la delegación partió con honores y los niños quedaron felices.

Y hoy, viernes por la tarde, celebran la goliza que metieron.

—Voy a llorar de nuevo —dice Nadia al recordar. Unas lágrimas asoman. A su lado las pequeñas Sara y Valeria, orgullosa hermana del jugador llamado Leonardo, la observan sin comprender del todo.

* * *

Es sábado y hay mediotiempo entre el Galileo y el Simón Bolívar.

—Profe, ¿vio cómo cubrí el balón con la cola?

La inocencia del comentario provoca las risas de todos. Los pequeños también se ríen. Son niños. Algunos muy pequeños.

Sucede que el reglamento permite que las series más pequeñas refuercen a las mayores en caso de que no completen la cuota de jugadores. Al revés no se puede, porque reforzar series menores con niños más grandes sería otorgar ventaja deportiva. En el caso del Mundo de Galileo, la escasez de niños les impidió juntar a los suficientes para completar la serie mayor. Entonces integraron a los más pequeños. Como Rodrigo o Diego, apenas de 9 años en una serie que tiene niños de hasta 12.

—Ellos lo pidieron —dice uno de los entrenadores—. Nos pareció buena idea.

Pero ya en pleno Inter·Knotion la desproporción se hizo evidente. Los pequeñitos del Galileo sufrían ante la corpulencia de los rivales, perdían las pelotas divididas, saltaban lejos cuando por cuestiones propias del juego chocaban contra los del otro equipo. Así les sucedió con Varmond. Hacía rato que el partido había dejado de estar parejo: a esa altura todo el mundo comprendía que ya no se trataba de competencia deportiva, sino de apoyar el arrojo del Galileo.

Pero entonces otros pequeños, ahora los de Varmond, hicieron el milagro.

—Coach —le dijeron al entrenador de su equipo—: los compañeros del Galileo no han hecho ningún gol en el torneo. Queremos que saque a los de la serie B y nos ponga a nosotros. Queremos competir con ellos entre niños de la misma edad.

El entrenador aceptó. De manera inédita, el Varmond sacó de la cancha a todo su equipo y lo reemplazó por niños de la misma edad que los del Galileo. Empezó entonces otro partido. La porra del Varmond, enterada de lo que había ocurrido, decidió apoyar al Galileo. Pronto se sumaron más.

—¡Arriba Galileo!

El Galileo hizo tres goles en ese partido y en todo el torneo. Todos, desde las mamás que los acompañaron hasta los propios jugadores de Varmond, celebraron cada uno de ellos como si fuera una final del mundo. El partido acabó 14 a 3: para el Galileo fueron tres goles heroicos. Una goliza, tal como cantaban.

La historia trascendió entre los asistentes al torneo, y el dictamen es categórico y unánime: los pequeños del Colegio Bilingüe Mundo de Galileo, llegados desde Chihuahua, son los otros campeones del Inter·Knotion 2019.

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