08 de Febrero del 2021
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21 años.
Era la edad de Steve Jobs cuando en 1976, junto a Steve Wozniak —otro joven entusiasta de 26 años—, fundó Apple Computer.
No fueron los únicos.
Seis años antes, en 1970, a sus quince Bill Gates entró en el negocio de las computadoras. Mark Zuckerberg tenía 20 cuando creó Thefacebook.com, y 21 cuando cambió de nombre a Facebook. Matt Mullenweg desarrolló el software de código abierto WordPress a los 19 años en la Universidad de Houston.
Hoy en el mundo hay casi 1.200 millones de jóvenes de 15 a 24 años que representan el 16 % de la población mundial. Y para 2030, fecha límite para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), se estima que la cantidad de jóvenes habrá aumentado en un 7 % llegando a 1.300 millones.
De todos ellos, algunos destacarán sobre el resto. Como Jobs, Gates, Wozniak, Zuckerberg o Mullenweg.
¿Qué hizo que ellos pudieran ser distintos y llegar a lo que son?
Si bien los factores son múltiples —es imposible que podamos atribuir a una única causa las infinitas circunstancias de nuestras vidas—, una tentativa de respuesta parece ser:
estabilidad emocional.
Un tema cada vez más urgente, pero pocas veces abordado.
Los adolescentes son una parte fundamental de nuestra sociedad. Que tengan la capacidad de afrontar los conflictos inherentes a esta etapa resulta crucial para la promoción y protección de su calidad de vida, y por lo tanto para la capacidad de trabajo y la contribución al desarrollo de sus comunidades hacia un camino más equitativo.
Y por eso mismo, resulta vital hablar y promover su salud mental.
Cuando hablamos de la salud mental del adolescente conviene comenzar por aclarar qué es.
La salud mental puede ser definida como un estado de bienestar que posibilita ser conscientes de nuestras capacidades, logrando afrontar las tensiones de nuestra vida y permitiéndonos trabajar de forma productiva y fructífera. De esta forma somos capaces de contribuir a nuestras comunidades.
Sin embargo, hablar de salud mental adolescente es algo más complicado ya que se trata de una fase de transición entre la infancia y la adultez. Y esa transición frecuentemente trae consigo cierta inestabilidad y conflictos.
Entre estos conflictos podemos encontrar algunos “normales”: inseguridad emocional, rechazo a los padres o figuras de autoridad, la búsqueda de una identidad propia… Son situaciones que podemos considerar inherentes a la salud mental de todo adolescente, siempre y cuando pueda más tarde adaptarse exitosamente y afrontar las nuevas circunstancias que la etapa trae consigo.
Superarla con éxito requiere la capacidad de desarrollarse, y a la vez ayudar al desarrollo de la comunidad circundante. Si hablamos de salud mental en el adolescente hablamos de la capacidad de establecer y mantener hábitos sociales y emocionales importantes para el bienestar mental, pautas de sueño saludables, ejercicio con regularidad, habilidades para sostener relaciones interpersonales, capacidad de hacer frente a situaciones difíciles y resolver problemas, gestionar las emociones…
Aunque la presencia de estos conflictos y dificultades emocionales sean normales en la adolescencia, también pueden presentarse situaciones de mayor seriedad. Incluso, si no prestamos atención, conflictos comunes pueden convertirse en situaciones graves como depresión o trastornos mentales durante la adultez.
Pero a pesar de ello, la salud mental del adolescente no ha recibido atención con la urgencia necesaria. Las cifras son preocupantes e invitan a prestar atención y actuar con mayor fuerza en este campo.
Algunos datos que avalan lo anterior son:
Hablar de salud mental adolescente es hablar de la salud mental de una sociedad en el presente y hacia el futuro.
En pocas palabras:
proteger la salud mental de los adolescentes puede significar la diferencia en el rol que cumplirá una próxima generación.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), para promover y cuidar el sano desarrollo psicológico de los adolescentes son necesarios programas con enfoques que abarquen múltiples niveles y varias plataformas de difusión: medios digitales, entornos de atención médica o social, las escuelas o la comunidad, o diversas estrategias para llegar a los adolescentes, en especial a los más vulnerables. También requiere crear condiciones individuales, sociales y ambientales que permitan el óptimo desarrollo psicológico y psicofisiológico. Estas iniciativas buscan lograr una salud positiva, mejorar la calidad de vida y reducir la diferencia en la expectativa de salud entre países y grupos.
Se trata de un proceso habilitador que se realiza con y para las personas, proceso que abarca el ámbito individual, comunitario y la inclusión social.
Estas condiciones incluyen el acceso a actividades deportivas y recreativas, la posibilidad de que el joven explore y modifique su mundo de forma segura, y un ambiente familiar con relaciones que satisfagan las necesidades psicoemocionales, entre otros.
Seguramente adolescentes como Jobs, Wozniak, Gates o Zuckerberg también tuvieron conflictos, rechazaron a sus padres y maestros y en su momento se desvelaron pensando en su identidad propia. Pero es difícil no pensar que lograron superar con acierto las complejidades que acarrea la juventud.
Un entorno favorable no explica por sí solo el éxito, pero sí parece una condición básica para desarrollar otros talentos. Las propias biografías lo prueban. Zuckerberg recibió el decidido apoyo de su familia y logró ir a una de las mejores escuelas de Estados Unidos. Jobs aseguraba tener el mayor respeto por su padre, quien le enseñó la importancia de la artesanía y cómo obtener piezas a bajo precio de los distribuidores. Tras la muerte de su padre, Bill Gates llegó a decir que “tuve mucha suerte de haber sido criado por mi mamá y papá. Me animaron constantemente y siempre fueron pacientes con nosotros”.
Formar bien a nuestros adolescentes puede cambiar al mundo.
LO QUE HACEMOS EN KNOTION
En Knotion sabemos que para ayudar al sano desarrollo psicológico de los adolescentes es necesario propiciar factores protectores en el hogar y en la escuela, los dos lugares más importantes y donde se pasa más tiempo. Por tanto, nos hemos preocupado por ofrecer dentro de nuestro ecosistema experiencias que, además de aprendizaje, propicien el desarrollo de factores protectores.
Entre ellas están la exposición a experiencias con la naturaleza y el entorno cultural y social. Investigaciones reportadas por Tost y Champagne en su trabajo Influencia del medio ambiente en el cerebro, bienestar humano y salud mental, han demostrado que actividades de este tipo fortalecen la salud mental. Las experiencias acumuladas harán que los adolescentes puedan desarrollar confianza en sus propias capacidades, lo cual le ayudará a lidiar de mejor manera con situaciones que representen retos. También fortalecerán su autoestima, fundamental para adaptarse social y emocionalmente pues lleva a comportamientos positivos y la integración de una personalidad sana.
Y también hay otros factores: educación financiera, socioemocional, aspectos relevantes de nutrición, heedfulness, formación respecto de los ODS...
De esta manera, desde Knotion abonamos a un desarrollo integral para que nuestros niños y jóvenes puedan crecer como personas capaces de ver y explotar su potencial, convirtiéndose en los líderes que llevarán a sus comunidades a un mejor presente y futuro.
Los jóvenes no son el futuro del país, sino el presente. Mucho de lo que ellos puedan hacer por la sociedad en que viven dependerá de lo que crean, sientan y decidan hoy. Y sin embargo, es difícil que alguien desee hacer algo por su comunidad o por su país si no lo conoce o no siente pertenencia. Menos aún si no resuelven a tiempo y de manera adecuada inquietudes, dudas y cuestionamientos inherentes a la edad.
Los nuevos Jobs, Gates, Zuckerberg y Mullenweg pueden estar entre nosotros. Y de nosotros depende ayudarlos a florecer para el beneficio del mundo.
La salud mental es el primer paso hacia ese camino.